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Aprender a vivir sin miedo

Aprender a vivir sin miedo

Sep 2015 · Ximo Estrelles

Imagínate levantarte cada mañana pensando que ese será tu último día, que esa molestia que sientes en tu interior es la prueba de una enfermedad grave o que si sales de casa, todo te superará. La certeza de que esa mirada de tu pareja es la prueba de ya no te quiere, que te dejará, con la certeza absoluta de que no encontrarás a nadie más. Miedo a tomar una decisión, por las consecuencias que implicará y con la consecuente desaprobación de tu jefe, pareja o familia. Vivir con miedo no es una buena idea.

 

Existen muchas personas que viven y sienten a diario estos u otros miedos igual o más angustiosos. Durante diez años hemos podido comprobar la capacidad creativa de nuestra mente para limitarnos y hacernos sufrir, pero de la misma manera, si tomamos el control de nuestros pensamientos, podemos revertir este proceso y ser capaces de afrontar cualquier situación.

 

Pero, ¿de dónde viene el miedo? ¿es innato? Lo que parece evidente es que existen situaciones, objetos y animales que con mayor frecuencia pueden provocar miedo, algunos pueden parecer innatos como el caminar por el borde de un precipicio o la peor de las tarántulas, pero ¿acaso no hay gente que disfruta de estas experiencias? Entonces, ¿por qué sentimos miedo? Piensa en cualquiera de las cosas o situaciones que temes, seguro que vienen a ti sensaciones desagradables y experiencias relacionadas, propias o de conocidos, no muy satisfactorias. Y es que la mayoría de las situaciones temidas, son aprendidas.

 

La educación y nuestros modelos de aprendizaje se encargan de sentar una base importante de miedos. "No toques eso, cuidado, es peligroso, acuérdate de lo que le paso a fulanito, te harás daño, si te portas mal vendrá o te quedarás en", mensajes que todos hemos recibido relacionados con situaciones que hemos acabado temiendo como la oscuridad, la electricidad, las alturas o ciertos animales. Algunas otras situaciones acaban temiéndose al relacionarse con malas experiencias o sufrimiento, miedo a conducir tras sufrir un accidente, sacarme sangre tras una extracción dolorosa o fobia a los ascensores tras haberme quedado atrapado.

 

No obstante ésta es la forma más primitiva de adquirir miedos, por asociación, pero quizás los más complejos e incapacitantes no tienen que ver con aquellos que hemos sufrido en la realidad, si no en aquellos en los que nuestra mente creativa ha anticipado, aún sin experiencia previa, las consecuencias de un hipotético enfrentamiento.

 

La gran mayoría de los clientes que acuden a terapia por algún tipo de temor, nunca han sido capaces de afrontar sus miedos, con lo que no han podido vivir por sí mismos, esas posibles consecuencias. Quizás han estado cerca y se han visto obligados a dar media vuelta porque el miedo, la ansiedad y el bloqueo físico no les han permitido continuar. Ésta es una de las primeras claves, el afrontamiento, paso indispensable para cualquier terapia que pretenda eliminar algún tipo de miedo. No hay nada como una buena dosis de realidad para extraer nuevas conclusiones, no obstante, se deben reducir los niveles de miedo hasta el punto suficiente en el que el cliente, que es quien marcará el ritmo, sea capaz de atreverse a hacerlo.

 

El miedo no deja de ser una simple anticipación negativa. Piensa en cualquiera de las cosas que temes y encuentra esa anticipación. ¿Los perros?, "Me morderá, me atacará, saldrá corriendo hacia mí", ¿síntoma físico?, "será algo malo, irá a peor, mi vida cambiará, sufriré", ¿exigir a tu jefe mejores condiciones?, "se enfadará, me despedirá, no encontraré otro trabajo", ¿conducir?, "me bloquearé, se me cruzará un camión, perderé el control, tendré un accidente, mataré a alguien" o incluso a experiencias que algunos valorar como positivas, ¿saltar en paracaídas?, "me desmayaré, querré que pare, mi corazón no lo soportará, el paracaídas no se abrirá". Estos son solo algunos ejemplos de cómo funciona nuestra mente cuando el miedo nos invade, no hay certeza en ninguna de las anticipaciones pero en nuestra cabeza, lo que son meras posibilidades, se convierten en verdades absolutas.

 

¿Qué podemos hacer para hacer frente a nuestros miedos? El primer paso sería encontrar esas certezas que campan a sus anchas en nuestra mente, sin que nada ni nadie las haya puesto a prueba, detenernos a valorar hasta qué punto son ciertas y basadas en la realidad y algún momento ser capaces de ponerlas a pruebas. Es ahí donde acabaremos por destruir esos miedos infundados que no son más que aprendizajes inadecuados. Otro aspecto clave es cambiar ese discurso interno que tenemos relacionado con nuestro miedos, cambiar todas esas anticipaciones y ese lenguaje interno negativo, terribilizador y derrotista y sustituirlo por otro más positivo y realista. Saltar en paracaídas da miedo, pero eso no tiene porque ser terrible, justamente es esa sensación la que se busca, pero de manera controlada. Y esa es la clave.

 

El objetivo no es dejar de temer, nos convertiríamos en inconscientes kamikazes, la idea es controlar nuestros miedos, ajustarnos a nivel adecuado para estar alertas en la justa medida pero sin que llegue a bloquearnos. La vida es maravillosa, llena de retos y desafíos, afrontarlos puede parecer una riesgo demasiado elevado, pero es ahí donde se encuentra una de las claves de la felicidad, en afrontar nuestros límites y superarlos. Lo ideal es que podamos hacerlo sólo, pero si no te sientes capaz, podemos ayudarte a conseguirlo. Recuerda, el cambio siempre es posible.

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