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El psicólogo, cuándo y cómo puede ayudar

Dic. 2010 · Ximo Estrelles

Vivir es sinónimo de tener problemas y a diario nos enfrentamos a multitud de dificultades que ponen a prueba nuestros recursos personales para hacerlas frente. Un cambio de trabajo, la aparición de problemas de salud o pareja, dificultades económicas o la suma de diferentes factores, son sólo algunas de las experiencias y situaciones que a menudo superan nuestra capacidad de afrontamiento pudiendo acabar por provocarnos problemas emocionales como depresión o ansiedad.

 

A lo largo de nuestra vida, al enfrentarnos a diferentes situaciones y dificultades, vamos adquiriendo una serie de recursos que nos ayudan a afrontar situaciones adversas con mayor o menor éxito. Estos recursos no siempre son adecuados y es necesario aprender nuevas fórmulas más adaptativas. Dos ejemplos clásicos serían la persona que es capaz de abandonar un trabajo antes de reclamar una mejora a su jefe por temor a su reacción o las parejas que no resuelven sus diferencias y discusión tras discusión las utilizan para echarse en cara situaciones pasadas.

 

En ocasiones puede que la aparición de un problema emocional no se deba a un mal aprendizaje, si no a que por circunstancias diversas la persona no ha tenido la oportunidad o necesidad de adquirir determinadas habilidades. En este caso estarían, por ejemplo, aquellas personas que nunca se han enfrentado a una pérdida significativa y después de una vida feliz sufren la muerte repentina de un ser querido, con lo que puede que su idea de lo que es justo y correcto se venga abajo, siendo incapaces de hacerle frente.

 

Los motivos que llevan a cualquier persona a solicitar los servicios de un psicólogo y acudir a terapia son variados. Independientemente del tipo de problema emocional que esté sufriendo, el malestar provocado que siente llega a tal nivel que impide el normal funcionamiento de la persona en alguna o todas las áreas de su vida (familia, trabajo, amistades, salud, etc.) y provocándole intensos sentimientos negativos (tristeza, miedo, ansiedad, enfado, etc.), haciéndose necesario buscar ayuda, especialmente si no cuenta con los recursos o apoyos adecuados.

 

El psicólogo como profesional del comportamiento humano conoce los diferentes problemas emocionales derivados de un inadecuado funcionamiento ante las demandas de un estilo de vida cada vez más exigente y, partiendo de la base de que todo es aprendido y susceptible de cambio, enseñará al cliente como hacer frente a las situaciones que han desencadenado esas emociones. Cada cliente necesitará unas técnicas adaptadas a su estilo personal y problema emocional, contando todas ellas con respaldo empírico y probada eficacia.

 

Existen diferentes modelos de trabajo en psicología, contando cada corriente con diferente respaldo científico. La metodología cognitivo-conductual centra sus esfuerzos en la evaluación y modificación de aquellos esquemas cognitivos, pensamientos y conductas que por ser inadecuados impiden a la persona relacionarse de manera adecuada con su entorno y alcanzar sus objetivos. Cabe decir, que pese a la complejidad del comportamiento humano, como en toda profesión existe cierto intrusismo, por ello antes de iniciar cualquier terapia psicológica, el cliente debe conocer las técnicas y método de trabajo del profesional y asegurarse de que cuenta con la correspondiente colegiación como psicólogo, formación en la materia y experiencia en el abordaje de problemas emocionales. Debe existir una comunicación fluida y una relación de confianza con el terapeuta, en caso contrario, el éxito de la terapia será imposible.

 

Iniciada la terapia y tras una primera fase en la que el cliente comenta su situación y el terapeuta recoge toda la información necesaria, el profesional explicará qué es lo que le está sucediendo, cómo se ha originado y lo más importante, por qué se mantiene el problema pese a los esfuerzos del cliente por superar esa situación y el malestar que le provoca. Expuesto esto y tras acordar y justificar las técnicas a utilizar y su orden, se iniciará el tratamiento. El objetivo será que el cliente adquiera las habilidades necesarias para afrontar con garantías su problema, primero en consulta y más adelante en su día a día. No obstante, la meta que debe perseguir todo psicólogo no debe ser la búsqueda del origen del problema, ni tan siquiera limitarse a solucionar la actual situación. La meta final será la adquisición por parte del cliente de las habilidades y recursos necesarios para superar el problema que le ha llevado a terapia y además afrontar con éxito futuras dificultades.

 

Aún hoy sigue siendo difícil tomar la decisión de acudir a terapia, el psicólogo aún arrastra esa imagen de “loquero” que nada tiene que ver con su trabajo en consulta. Implicará esfuerzo y cierta inversión de tiempo y dinero, no obstante con el compromiso del cliente y la profesionalidad del terapeuta, lo que parecía imposible se convierte en obvio, lo que parecía insuperable se transforma en una oportunidad para crecer y empezar una nueva vida.

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