Yo quiero vivir, solo así puedo cambiar lo que no me gusta
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Yo quiero vivir, solo así puedo cambiar lo que no me gusta

Yo quiero vivir, solo así puedo cambiar lo que no me gusta

Jul 2017 · Ximo Estrelles

Será el verano, el calor, el estrés o la crisis, pero la cuestión es que cada día nos llegan más casos de personas que tienen intención de quitarse la vida. A nivel de terapia son muchos los recursos que se pueden aplicar en estos casos y es fácil que en la primera llamada de teléfono ya apliquemos alguno de ellos, conscientes de que el tiempo, sobre todo en estos casos, es oro. No imagino el terror que puede llegar a sentir ese psicólogo inexperto cuando alguien al otro lado del teléfono le dice que si no le ayudas acabará con su vida, que ya no puede más y que va a cometer una locura. Después de 10 años de experiencia sigo pensando que es la situación más crítica y difícil a la que se puede exponer un terapeuta.

 

Esta última semana hemos tenido dos de estas situaciones y una de ellas, por fortuna para quienes empaticen con nosotros, pero por desgracia según yo lo veo, no era cliente nuestro. Digo por fortuna porque debe ser tremendamente difícil gestionar el hecho de que uno de tus clientes acabe con su vida tras varias sesiones en las que has descubierto de primera mano cómo sufría y con la impotencia de no haberle podido ayudar más o mejor. Sin embargo, cuando quien decide acabar con todo no es cliente tuyo, siempre nos queda esa duda de si podríamos haberlo impedido de haber intervenido en su vida.

 

Una de las habilidades más importantes que debe dominar un terapeuta es la capacidad de saber desconectar de sus casos, saber que cuando sale por la puerta de la consulta, no puede llevar consigo tanto problema y emociones negativas, eso acabaría por destruirle o, como mínimo, generarle consecuencias en su vida privada. Tenemos que construir una especie de filtro emocional donde las situaciones problemáticas quedan en consulta para seguir luchando contra ellas el próximo día, ajustando hasta dónde llega nuestra responsabilidad, pero que al mismo tiempo permita pasar multitud de emociones positivas que te hacen crecer a nivel profesional y personal. Sin duda para mí, la mejor recompensa en este trabajo.

 

Conocer datos de la persona y la situación que han podido derivar en la desesperación suficiente como para acabar con su vida, hacen que como mínimo, nos planteemos si las cosas pudieron haber sido diferentes si hubiéramos podido participar en ese proceso de decisión. Todo psicólogo es capaz de valorar infinidad de alternativas ante los problemas, así como intuir qué podía pensar una persona conociendo su problemática y reacciones, con lo que ser capaz de ver el camino compatible con la vida y que no se haya seguido, es difícil.

 

La muerte es parte necesaria de la vida y sin duda ayuda a darle mucho valor. Hablar de la muerte o el suicidio es parte de nuestro trabajo y hay que hacerlo sin temor o reparo, pues el cliente que lo valora, lleva días de diálogo interno sobre ello, siendo necesario darle una nueva manera de entenderlo. El suicidio es solo un camino, una alternativa más, pero hay que aprender a verlo como lo que es, el final. Dejar de estar vivo no es un alivio, un descanso o una solución, todo ello requiere seguir con vida y el suicidio es justo lo contrario... aunque hay que entender que determinados puntos de desesperanza pueden hacer verlo como la opción menos mala y es ahí donde tiene que entrar la ayuda terapéutica y dar perspectiva.

 

Somos conscientes de que no podemos ayudar a todas las personas que sufren, los problemas emocionales son más y nos llevan ventaja, la sociedad se encarga de ello, pero todos aquellos que piden ayuda pueden conseguirlo y la psicología tiene recursos de probada eficacia para alcanzar el cambio. Seguramente no será ni tan rápido y ni tan fácil como quisieran quienes sufren o su entorno, pero si existe ese compromiso, la vida volverá a sonreírnos, solo tenemos que poner de nuestra parte para mirarle a la cara y devolverle la sonrisa.

 

¿Cómo? Las ganas de vivir nos esperan en cada rincón, en cada detalle, aunque nos empeñamos en solo ser felices con las grandes cosas. El verano puede ser una época ideal para descubrir lo maravilloso que es seguir con vida, somos afortunados por vivir donde lo hacemos, por clima, gente y entorno. La calidez del Sol, el frescor de la noche o una buena sombra, sentir el agua del mar en tus pies, un paseo por la playa, una cervecita o ese helado que te alivia del calor, las risas de los niños que no tienen colegio o ese inesperado plan al que te invita un amigo. No valen excusas para no ir sumando pequeños momentos de felicidad... ¿quieres más? Una ducha refrescante, ese tema veraniego que suena en la radio y te invita a bailar, darte cuenta que ya tienes marca de bronceado... o simplemente estar vivo para leer estas líneas. Yo quiero vivir, solo así puedo cambiar lo que no me gusta... y si necesitas ayuda, ya sabes. El cambio siempre es posible.

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